Como ya hemos visto, cada vez que identificamos un nexo
subordinante delante de un verbo conjugado estamos frente a una estructura
sintáctica que llamamos oración
subordinada.
Dependiendo de la función gramatical
y sintáctica que cumplen estas estructuras podemos diferenciar dos tipos: la
Oración Subordinada Adjetiva (O.S.A.) y la Oración Subordinada Sustantiva
(O.S.S.).
Subordinada adjetiva
La oración subordinada adjetiva le da
información a un sustantivo. Por esta razón, nunca aparecerá cumpliendo
independientemente la función de Término Adyacente Verbal, sino que lo
integrará junto que otras palabras o estructuras.
Ej:
La mujer que tenía bigotes me miró.
Este
enunciado es oracional, posee como núcleo el verbo miró. El verbo tenía
aparece subordinado por el nexo que.
La oración subordinada (siempre inicia en el nexo subordinante) es “que tenía
bigotes”. Para saber qué tipo de subordinada es, basta pensar e identificar a
qué palabra le da información. Si observamos atentamente veremos que le
proporciona información al sustantivo “mujer”, porque está dando una
característica de la mujer, la califica, la describe, se comporta como un
adjetivo. Por lo tanto, estamos ante una O.S.A. Su función es darle información al sustantivo mujer y juntos:
“La mujer que tenía bigotes”, es el sintagma nominal que funciona como Sujeto
Léxico.
Puede
pasar que la oración subordinada adjetiva sea sustantivada por un artículo, en
el caso que el sustantivo al que le da información sea elidido (omitido) porque
se sobrentiende. Imaginemos que estamos con unos amigos mirando un grupo de mujeres
con extrañas características. Los amigos hablan de ellas y en determinado
momento uno dice:
La que tenía bigotes
me sonrió.
El
enunciado es oracional, tiene como núcleo el verbo sonrió. La oración subordinada “que tenía bigotes” le da
información al sustantivo “mujer”, que no aparece pero se sobrentiende. La
oración sigue siendo adjetiva desde lo pragmático, desde el sentido que sabemos
que describe a una mujer. Sin embargo, desde lo sintáctico ha sido sustantivada
por el artículo. Este fenómeno puede ser usado por dos razones:
1.
Con un fin práctico, evitando la reiteración de
un término ya dicho, como recurso cohesivo de elipsis (trabajado a principio de
año).
2.
Con un fin estético, buscando definir al
sustantivo por la característica indicada por la oración subordinada. Pasa lo
mismo con los adjetivos comunes. Podemos hablar de “el inteligente” de la
clase, de “la estudiosa”, de “el deportista”. Todos estos son adjetivos
sustantivados con el objetivo de definir una persona a través de esa
característica.
Subordinada sustantiva
Ej.:
La mujer que tenía bigotes me dijo que se disfrazó de
bruja.
El
ejemplo es significativo: además de aclararnos que los bigotes eran parte de un
disfraz, tenemos un modelo de cada tipo de oración subordinada. La primera, “que
tenía bigotes”, ya definida como O.S.A. en el ejemplo anterior. La segunda, “que
se disfrazó de bruja”, donde el nexo que
subordinó al verbo disfrazó. Aquí es
donde podemos observar que esta oración le da información al verbo “dijo”,
aclarando “qué dijo”. Esto nos
orienta a que la oración subordinada cumple, en forma autónoma, la función
sintáctica de Objeto Directo, ya que puede ser permutada por el incremento
átono “lo”, en “lo dijo” o “me lo dijo”.
Generalmente, en los ejemplos que trabajaremos, la O.S.S. funcionará como Objeto Directo y siempre será permutada por el incremento
átono neutro “lo”. Sin embargo, como funciona de la misma manera que un
sustantivo, puede aparecer precedida por una preposición, funcionando como un Objeto Preposicional. En otros casos como Atributo o, incluso, como Sujeto Léxico.
Veamos
otros ejemplos de O.S.S.:
Yo pensaba que ese bigote
era real.
Mis amigos creían que estaba loco.
Yo les dije que se dejaran de pavadas.
Los
verbos nucleares de los ejemplos anteriores están en negrita y las oraciones
subordinadas, subrayadas. Como verán, en el primer ejemplo “que ese bigote era
real” le da información a “pensaba”, me dice “qué pensaba”. Es permutable por
el incremento átono “lo” en “Yo lo pensaba”, de manera que la Oración
Subordinada es Sustantiva y funciona como Objeto Directo.
En el
segundo ejemplo, “que estaba loco” le da información al núcleo verbal “creían”,
diciéndome “qué creían”. Es permutable por el incremento átono “lo” en “Mis
amigos lo creían”, de manera que la Oración Subordinada es Sustantiva y
funciona como Objeto Directo.
En el
tercer ejemplo, “que se dejaran de pavadas” le da información a “dije”,
indicando “qué dije”. Es permutable por el incremento átono “lo” en “Yo se lo
dije”, de manera que la Oración Subordinada es Sustantiva y funciona como
Objeto Directo.
Este
caso es especial, ya que de seguro, la mayoría dirá que la permutación correcta
es “Yo se los dije(x)”, sin embargo esto es un error. En la oración “Yo se lo dije” tenemos el
pronombre personal “Yo” que funciona como Sujeto Léxico, el pronombre “se” que
oficia de Objeto Indirecto y que sirve para singular o plural (es decir, hace
referencia a la persona o a las personas sobre las que recae la acción) y el
pronombre “lo” que refiere al Objeto Directo que en este caso es neutro, por
esta razón no debe estar en plural.
Propiedad del creador del blog
Ejercita
a) Clasifica los enunciados.
b) Clasifica sus oraciones subordinadas.
c) Determina el Término Adyacente Verbal al que pertenecen
las oraciones subordinas.
1) Algunos
alumnos piensan que el análisis sintáctico no sirve para nada.
2) Los
alumnos que no piensan así son muy pocos.
3) Los
resultados prácticos que surgen del manejo del análisis sintáctico aparecerán
de forma inesperada e inconsciente.
4) El
lenguaje que desarrolló la especie humana es algo admirable, estudiarlo sirve
para ampliar la capacidad de expresión y comprensión.
5) Algunos
lingüistas sostienen que los humanos nacemos con una especie de estructura
gramatical en el cerebro, por eso nos resulta fácil y natural aprender una
lengua materna.
6) El
conocimiento que nos da el análisis sintáctico sirve para comprender y
profundizar estructuras complejas que aparecen en la escritura y también nos
enseña que la capacidad de expresión se basa en el tipo de manejo de esta
herramienta tan rica y poderosa que es el lenguaje.