Uruguayas

viernes, 4 de noviembre de 2011

PÁJARO BLANCO, PÁJARO NEGRO

Pájaro blanco, pájaro negro

            En el origen de los tiempos llegaron al cielo de los hombres un pájaro negro y un pájaro blanco.
            El pájaro blanco dibujaba en el aire giros nunca iguales; dejaba espacios que se abrían como preguntas, tramos de claridad posible. El negro volaba en trazos cortos y precisos. Sus alas se movían bellamente azules, como un oleaje nocturno.
            La mujer más vieja, la que sabía los secretos de la tierra, levantó los ojos de su hacer interminable y dijo a los hombres:
_Para todos habrá, siempre hay una raíz que canta y una flor que se entrega. Los que quieran alas que acudan al nido del pájaro blanco y beban de sus huevos clarísimos. Los que quieran ser ricos, que busquen el nido del pájaro negro, que está lleno de piedras preciosas.
            En una caverna, donde el agua de los siglos había guardado en cristales los sueños más secretos de la luz, hizo su nido el pájaro negro. Casi todos los hombres emprendieron camino hacia allí. Eran demasiados. No había gemas para todos.
            Algunos cayeron en los precipicios de su propia avaricia. Otros fueron destruidos por sus iguales. Y aún los que llegaron disputaron entre sí la posesión de esa riqueza y se desangraron por defenderla, desde entonces y para siempre.
            El pájaro blanco tejió su nido en un árbol, junto al verde que siempre vuelve. Pocos hombres se acercaron a él, y tan sin apuro que avanzaron juntos, compartiendo la palabra y el color de amaneceres que venía del árbol.
            Al pie del nido que rezumaba luz, bebieron de los huevos blancos y recibieron las alas. Eran como una caricia transparente. A través de ellas, el mundo era un gran capullo por florecer.
            A partir de entonces todo fue distinto para ellos. Porque con las alas entendían el valor de las rompientes, el empuje interior del remolino, las murmuraciones de las piedras, el temblor íntimo de las semillas.
            Podían también entre la gente sentir la palabra secreta de cada gesto, los puentes construidos sobre el temor, la arboladura de los sueños.
            Y el mundo fue distinto con ellos. Porque además del camino hacia la riqueza, quedó abierto el otro camino. El que transitan los artistas, los buscadores del saber, y los justos, que trabajan cada día para hacer andar la vida. Y para defender el aire que merecen sus alas.

Recreación a vuelo libre de una leyenda árabe

María Cristina Ramos
“Cuentos de la buena suerte.”
Alfaguara, Buenos Aires, 1994

ACTIVIDAD
  1. Numera las estructuras y palabras subrayadas. En total son 14.
  2. Luego determina la función de cada una.

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