Existen algunos verbos que según su significado requieren de un adyacente para especificar la oración. Veamos algunos ejemplos:
Tiran.
Da.
Vuela.
Cayó.
Los cuatro verbos anteriores expresan una oración. El sujeto gramatical de cada uno admite un sujeto léxico que no está presente. Sin embargo solo algunos de estos verbos admiten un segundo adyacente que complete la oración. En el caso de "Tiran" y "Da" la oración plantea la posibilidad de que el emisor especifique qué es lo que se tira o lo que se da, es decir, un adyacente que nombre lo "tirado" o lo "dado". Llamaremos a ese adyacente Objeto Directo o Complemento Directo, por su función de complementar el significado del verbo.
En cambio, en el tercer y cuarto caso, los verbos "Vuela" y "Cayó" no requieren de un elemento que especifique lo volado o lo caído, ya que ese término correspondería al sujeto léxico, que en la oración no aparece.
A los verbos del primer grupo los llamaremos "transitivos", por requerir además del sujeto léxico, otro adyacente que especifique la oración. En cuanto a los verbos del segundo grupo serán llamados "intransitivos".
En conclusión, no todos lo verbos admitirán el adyacente verbal Objeto Directo, dado que este es un adyacente que depende del significado del verbo, es decir de su información léxica. De manera que para clasificar el nivel de transitividad deberemos reflexionar sobre la semántica del núcleo verbal.
El Término Adyacente Objeto Directo
El objeto directo es el segundo adyacente necesario para completar la significación del verbo transitivo. No puede ser omitido sin que lo reemplace uno de estos pronombres: lo, los, la las.
Cuando el objeto directo refiere a personas o cosas personificadas, va encabezado por la preposición "a"; ninguna otra preposición puede encabezar este complemento.
A ver si entendimos:
Lee las siguientes oraciones y trata de ver si poseen núcleos transitivos y si tiene un objeto directo explícito.
A) El oscuro humo de las estufas sube hacia el cielo.
B) Por las negras chimeneas de las casas, sale el humo de las estufas.
C) El oscuro humo de las estufas cubre el cielo de la tarde.
Un recurso que se tiende a utilizar para ubicar el Objeto Directo es "preguntarle" al núcleo "qué" se hace. Sin embargo, nunca debemos olvidar que estamos analizando sintácticamente y este recurso apela a relaciones semánticas entre los términos, y no sintácticas, por lo que usarlo nos puede llevar a confusiones.
En el primer enunciado oracional el núcleo es "sube". Si utilizamos la pregunta habitual. "¿qué sube?", podemos recoger como respuesta "El oscuro humo de las estufas", lo que nos daría un supuesto objeto directo que es erróneo.
De igual manera, podemos "preguntarle" en el segundo enunciado "¿qué sale?" y la respuesta también puede ser "el humo de las estufas". De esta forma, estaríamos en un grave error si en los dos casos señalamos esos términos como objetos directos. El dilema se resuelve fácilmente por la información léxica de los núcleos verbales: "salir" y "subir" son verbos intransitivos, semánticamente no admiten objeto directo. No requieren de un adyacente que especifique "qué es lo subido" o "lo salido", más de lo que pude indicar el sujeto léxico.
Finalmente, el último enunciado posee como núcleo el verbo "cubre". Si reflexionamos en su carga semántica podemos definir que es un verbo transitivo, ya que además de requerir un término que indique quién cubre, necesita otro para señalar qué cubre. Por ende, va a admitir un sujeto léxico y un objeto directo que puede o no estar en el enunciado. Sin embargo, en este caso podemos verificar que el Sujeto Léxico es "El oscuro humo de las estufas". Lo podemos comprobar al cambiarle el número al término y ver que logramos una estructura agramatical: "Los oscuros humos cubre el cielo de la tarde".
Para comprobar cuál es el Objeto Directo debemos permutar el término (es decir, cambiarlo) por un incremento átono que concuerde en género y número con el término elidido (omitido). En el ejemplo, el término sería "el cielo de la tarde", cuyo género es masculino y número singular. De manera que será permutado por el incremento átono "lo", obteniendo la oración: "El oscuro humo de las chimeneas lo cubre".
¡A practicar!
Analiza sintácticamente los siguientes enunciados. Reconoce si poseen sujeto léxico y objeto directo.
- La joven barría con pereza la calle.
- Los sueños muestran nuestros deseos escondidos.
- Ella cantó la canción que siempre sonaba en su cabeza.
- Su hermano contó que le pegaban.
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