Uruguayas

miércoles, 6 de noviembre de 2019

Temas para el escrito final 1°


Temas para la prueba Primero

  • La narración: tipos de textos narrativos (mito, leyenda, cuento, fábula).
  • estructura narrativa
  • los sintagmas
  • la información gramatical
  • tipos de palabras
  • coherencia y cohesión
  • el enunciado y la oración
  • los tiempos verbales
  • formas no conjugadas del verbo

Texto para prueba 1°2

      EL ESPÍRITU DE EMULACIÓN

     Es bastante intenso el espíritu de emulación que existe entre los habitantes del edificio de la calle Paraguay en que vivo.

      Es cierto que durante mucho tiempo todos ellos se limitaron a rivalizar en perros, gatos, canarios o loros. El más exótico de ellos nunca fue más allá de las ardillitas o de una tortuga. Yo mismo tenía un hermoso perro de policía, que era un poco más chico que el departamento y se llamaba Josecito. Pero, además de Josecito —y esto se ignoraba—, vivía con mi mujer y conmigo una bella araña de la especie Lycosa pampeana.

     Una mañana, a las nueve, cuando le estaba dando de comer a mi mascota, el vecino del 7º C —a quien ni siquiera había visto nunca— vino, no sé por qué confusa razón, a pedirme el diario por un instante. Después, sin atinar a irse, se quedó un buen rato con el periódico en la mano. Contemplaba fascinado a Gertrudis, y en su mirada había algo que me hizo estremecer: era el espíritu de emulación.

      Al día siguiente me llamó para mostrarme el escorpión que acababa de comprar. En el pasillo, la mucama de los del 7º D sorprendió nuestro diálogo sobre la vida, los hábitos y la alimentación de arañas, alacranes y garrapatas. Esa misma tarde sus patrones adquirieron un cangrejo.

      Luego, durante una semana, no hubo novedad alguna. Hasta una noche en que coincidí en el ascensor con una de las vecinas del tercer piso: una joven lánguida, rubia y de mirada perdida. Llevaba un gran bolso amarillo cuyo cierre relámpago estaba parcialmente fallado: por una de las roturas se asomaba cada tanto la cabecita de un lagarto overo.

     Al mediodía siguiente, cuando regresaba del almacén, por poco no se me caen las bolsas de la mano al toparme a boca de jarro con el oso hormiguero que bajaban de un camión con destino a la portería. Uno de los tantos mirones que se habían congregado murmuró —en voz lo suficientemente alta para ser oída— que un oso hormiguero no era, en realidad, un verdadero oso. La mujer del abogado tuvo un sobresalto y corrió, trémula, a refugiarse en su departamento: sólo la vi reaparecer unos días más tarde cuando, con desdén y con la faz radiante, salió a firmar el recibo a los fleteros que acababan de traerle el oso pardo americano.

     La situación ya se me hacía insostenible. Los vecinos me negaron el saludo, el carnicero ya no me quiso fiar, todos los días recibía anónimos insultantes. Al fin, cuando mi mujer me amenazó con la separación, comprendí que no podría sobrellevar un solo día más una insignificante Lycosa pampeana. Desarrollé entonces una actividad sin precedentes. Pedí dinero prestado a varios amigos, hice economías indescriptibles, dejé de fumar... Así pude comprar el leopardo más maravilloso que pueda concebirse. De inmediato, el del 7º C, que no me perdía pisada, pretendió abrumarme con un jaguar. Y, aunque parezca ilógico, lo consiguió.

     Lo que más me lastima es tratar con gente que carece de sensibilidad estética, gente que no percibe la cualidad, gente meramente cuantitativa. No hubo un solo vecino que se inclinase ante la superior belleza de mi leopardo; el mayor tamaño del jaguar les había cegado el entendimiento. En seguida, todos los vecinos, azuzados por el aire jactancioso del propietario del jaguar, se dieron a la tarea de renovar sus animales. Yo debí reconocer que mi humilde leopardo ya no me proporcionaba el status de otrora.

     Ante sigilosas conversaciones que mi mujer sostenía por teléfono con un caballero anónimo, advertí que la disyuntiva era de hierro. Sin ningún remordimiento, vendí los muebles, la heladera, el lavarropas, la enceradora. Hasta vendí el televisor. Vendí, en fin, todo lo que se podía vender y compré una descomunal boa anaconda.

     Es dura la vida del pobre: sólo durante tres días fui el héroe del edificio.

     Mi anaconda rebasó todos los diques, destruyó toda mesura, echó por tierra las convenciones más respetables. En todos los departamentos fueron multiplicándose leones, tigres, gorilas, cocodrilos... Algunos hasta tenían panteras negras, esas panteras que ni siquiera posee el Jardín Zoológico. La casa entera resonaba en rugidos, aullidos, parloteos. Pasábamos las noches en vela, resultaba imposible dormir. Los olores entreverados de felinos, cuadrumanos, reptiles y rumiantes tornaban irrespirable la atmósfera. Grandes camiones traían toneladas de carne, de pescado, de vegetales. La vida en el edificio de la calle Paraguay se hizo un poco peligrosa.

     Fue una experiencia inquietante la que tuve cuando volví, después de tanto tiempo, a compartir el ascensor con la joven y lánguida vecina del tercer piso, que ahora sacaba a su tigre de Bengala a dar una vuelta a la manzana para hacer pis. Recordé el lagarto que había asomado la cabecita por la abertura del cierre relámpago. Me enternecí. ¡Qué lejos habían quedado aquellos primeros, difíciles y quijotescos tiempos de los escorpiones y de los cangrejos!

     Finalmente llegó un momento en que no se pudo confiar en nadie. El portero, ante la tensa mirada de varios copropietarios, lavó en la vereda con agua y jabón a su rinoceronte de dos cuernos, y luego —como si allí no hubiera pasado nada— lo hizo penetrar en su departamento. Esto era más de lo que estaba acostumbrado a soportar el del 5º A: unas horas más tarde subió triunfalmente las escaleras llevando de la brida a su hipopótamo.

     El edificio se halla ahora inundado y semidestruido. Me encuentro redactando este informe en la azotea, en condiciones desfavorables. Cada tanto me sobresaltan los plañideros barritos del elefante que vive con los del 7º A. Escribo con el reloj a la vista, pues, a intervalos de ocho minutos, debo guarecerme entre las ruinas de la escalera para que no estropee estas páginas el chorro de vapor que lanza la ballena azul del 7º C. Y escribo con cierta inquietud, estando, como estoy, bajo la suplicante mirada de la jirafa del 7º D, que, asomando la cabeza por sobre la tapia, no cesa ni por un segundo de pedirme galletitas.

                                                                                                                Fernanda Sorrentino

viernes, 26 de julio de 2019

Morfemas



Morfemas


                               GAT                       S

                                        Lexema      Morfema         Morfema
                                                            género             número





Las palabras están constituidas por una o más unidades de significación llamadas morfemas. Los morfemas puede poseer información léxica o gramatical y es esa información la que nos ayuda a visualizarlos.
Hay distintos tipos de morfemas, pero nosotros veremos solo tres tipos: lexemas, derivativos y flexivos.

El lexema (también llamado morfema base o raíz léxica) es el morfema que aporta el significado de la palabra. Por ejemplo: en librero, la base es libr-; morfema que comparte con las palabras libros, librería o libreta. Si observamos las palabras moriremos y viviremos comprenderemos que son palabras cuyo significado es muy diferente, sin embargo, la mayor parte de esas palabras es igual. La única diferencia está en mor- y en viv-. Esas son las raíces léxicas y es por ellas que su significado es distinto.

Los morfemas derivativos (pueden ser prefijos o sufijos) se agregan a la base o raíz para producir una nueva palabra con un significado diferente o perteneciente a una categoría1 diferente. Por ejemplo, al sumar el sufijo -era a la base perr-, de la palabra perro se forma la palabra perrera. El sufijo le suma un significado a la base: -era significa “el lugar donde se cría, se produce, se guarda o se cuida lo designado por la raíz”. Por otra parte, sumar el prefijo in- a una base supone negarla: inútil.

Los morfemas flexivos, llamados por algunos gramáticas desinencias, aportan a la palabra significados gramaticales: género, número, persona, tiempo, modo, según la clase de palabra que formen. Por ejemplo, si sumamos a la raíz antigu- el morfema -o, formamos la palabra antiguo, si sumamos el morfema -a a la misma raíz, formamos la palabra antigua. En español se conoce, además, el número singular de una palabra por la ausencia de fonema, lo que se llama morfema cero (ø); por lo que la palabra antigu-o-ø está en singular y la palabra antigu-o-s está en plural.
En otra clase de palabra, por ejemplo el verbo, si sumamos a la raíz com- los morfemas -ía-ø obtenemos la forma comía, cuyos morfemas indican primera o tercera persona del singular, pretérito imperfecto, modo indicativo (esto es persona, número, tiempo y modo).
El conjunto de palabras relacionadas que tienen un origen común y comparten la misma raíz se denomina familia de palabras. Así, por ejemplo, bandera, banderita, abanderar, etcétera, pertenecen a la misma familia de palabras.





1Por categoría de palabras nos referimos a los diferentes tipos de palabras en los que podemos clasificarlas: sustantivos,
artículos, adjetivos, adverbios, pronombres, conjunciones, etc.

martes, 23 de julio de 2019

Texto Prueba de Tercer año


Tu corazón

(fragmento extraído de la página web 
de divulgación científica “Kids Health”)

Vemos y oímos hablar de corazones por todas partes. Hace mucho tiempo la gente incluso creía que las emociones venían del corazón, tal vez porque este late más deprisa cuando nos asustamos o nos emocionamos. Ahora sabemos que las emociones vienen del cerebro y que, en este caso, es el cerebro quien ordena al corazón que se acelere. Así pues, ¿qué hace el corazón entonces? ¿En qué se ocupa?

El corazón es un músculo

Realmente, tu corazón es un músculo. Lo tienes situado un poco a la izquierda del centro del pecho, y es del tamaño aproximado de tu puño. Tú tienes montones de músculos por todo el cuerpo: en los brazos, las piernas, la espalda y hasta en el trasero.
Pero el músculo del corazón es especial por lo que hace. El corazón envía sangre a todo tu cuerpo. La sangre proporciona al cuerpo el oxígeno y los nutrientes que necesita. También se lleva los productos de desecho.
Tu corazón es una especie de bomba, o dos bombas en una. El lado derecho recibe sangre del resto del cuerpo y la bombea hacia los pulmones. El lado izquierdo hace justo lo contrario: recibe sangre procedente de los pulmones y la bombea al resto del cuerpo. 

¿Cómo late el corazón?

Antes de cada latido, el corazón se te llena de sangre. A continuación, el músculo se contrae para impulsar la sangre hacia fuera. Cuando el corazón se contrae, se encoje: prueba a cerrar la mano para formar un puño. Eso es más o menos lo que hace tu corazón para impulsar la sangre hacia fuera. Y tu corazón lo hace todo el día y toda noche, sin parar, constantemente. ¡Tu corazón trabaja muy duro!

Partes del corazón

El corazón consta de cuatro partes distintas llenas de sangre, y cada una de esas partes se llama cavidad. Hay dos cavidades en cada lado del corazón: una arriba y otra abajo. Las dos cavidades de arriba se llaman aurículas. Las aurículas son las cavidades que se llenan de la sangre procedente del resto del cuerpo y de los pulmones. El corazón tiene una aurícula izquierda y una aurícula derecha.
Las dos cavidades de abajo se llaman ventrículos. El corazón tiene un ventrículo izquierdo y un ventrículo derecho. Su función consiste en bombear sangre hacia el resto del cuerpo y hacia los pulmones. En el centro del corazón hay una gruesa pared vertical de músculo llamada tabique (o septo). Su función consiste en separar el lado izquierdo del corazón del lado derecho.
Las aurículas y los ventrículos trabajan en equipo: las aurículas se llenan de sangre y después la envían a los ventrículos. A continuación, los ventrículos se contraen, bombeando la sangre hacia fuera. Mientras los ventrículos se contraen, las aurículas se vuelven a llenar de sangre y se preparan para la siguiente contracción. 

lunes, 22 de julio de 2019

Prueba Idioma Español

Temas para la prueba de 3er año



  • Partes de la gramáticas: morfología y sintaxis.
  • Morfema: definición, tipos de morfemas.
  • Información gramatical: género, número, persona, tiempo. Reconocimiento.
  • Concordancia gramatical.
  • Tipos de palabras según su función sintáctica: artículos, pronombres, preposiciones, sustantivos, adjetivos, formas no conjugadas del verbo, verbos conjugados.
  • Estructuras sintácticas: sintagma nominal, sintagma adjetival, sintagma preposicional y oración subordinada.
  • Tipos de palabras según su acentuación: esdrújulas, graves y agudas.
  • Diferencia entre acento y tilde.
  • Uso del tilde.
  • Tilde del hiato.
  • Ortografía: algunas combinaciones de consonantes del idioma español.
  • Los verbos copulativos: ser, estar y parecer. Su función como predicativos.
  • Características del texto expositivo.

miércoles, 8 de mayo de 2019

Reglas del tilde

Según la ortografía de la lengua española el tilde (también llamado "la" tilde) está regulado por ciertas reglas basadas en la acentuación.

Palabras ESDRÚJULAS ________    siempre llevan tilde.

Palabras GRAVES _____________  llevan tilde cuando no terminan en letra "n", "s" o vocal.

Palabras AGUDAS ____________ llevan tilde cuando terminan en letra "n", "s" o vocal.


Por otra parte, existe el tilde del hiato que resulta ser una excepción de la regla.
El hiato es la separación de dos vocales contiguas de una palabra que forman parte de sílabas diferentes.
No siempre que hay hiato se usa el tilde. Veremos ahora en qué casos.

Existe las vocales abiertas: a, e, o.
Y las vocales cerradas: i, u.

Cuando la vocal cerrada es tónica, es decir, el acento de la palabra recae sobre ella, y la vocal que está antes o después es abierta, tenemos tilde del hiato.

Por ejemplo en la palabra "día". "Día" se separa en dos sílabas: dí-a. De esta manera sería grave y terminada en vocal, no llevaría tilde según las reglas. Pero la vocal "i" es cerrada y resulta ser la tónica. A su lado, la vocal "a" es abierta, por lo que la "i" llevaría tilde.

ACTIVIDAD

Fundamenta el uso del tilde de las siguientes palabras:

paladar, sandía, estómago, comida, ganzúa, puerta, trébol.


Por ejemplo:

comedor: no lleva tilde porque es aguda y no termina en "n", "s" o vocal.

Responsabilidad en el discurso

Explica la responsabilidad en el discurso en los siguientes dos fragmentos de noticia:



Fragmento 1

"Un grupo de científicos descubrió microorganismos en restos de un meteorito que cayó en el planeta Marte hace cientos de años".


Fragmento 2

"Nuestro equipo realizó uno de los hallazgos más importantes de la ciencia del S. XXI: encontramos vida en Marte".


Fragmento 3

"Algunos científicos se muestran escépticos ante las declaraciones del equipo de geólogos del MIT. Según ellos, las conclusiones son apresuradas".